La idea de la falsación es el hallazgo genial de uno de los mejores y más influyentes filósofos de la ciencia, Karl Popper. La idea central es (aparentemente) muy simple y es la siguiente: una proposición es científica cuando puede, eventualmente, ser falsada.
¿Pero qué significa falsar una proposición? Aquí, este término es un sinónimo de refutar. Por tanto, falsar significa demostrar, mediante observaciones o experimentos, que una proposición es falsa.
¿Cómo es posible que la falsación sea un criterio de demarcación? Por criterio de demarcación se entiende aquí uno que permita separar proposiciones científicas de las que no lo son.
Vamos a verlo con un famoso ejemplo. La proposición «la velocidad de la luz es relativa, esto es, depende de cada marco de referencia» aunque ahora sabemos que no es cierta, en principio es de tipo científico. La razón es que esta proposición permite diseñar un experimento para comprobar si la velocidad de la luz, efectivamente, es dependiente (o no) del observador o del marco de referencia.
Una vez efectuado tal experimento, la proposición quedará o bien falsada de forma definitiva, o bien provisionalmente confirmada.
Ahora bien, como casi todo el mundo sabe, esta proposición sobre la luz que hemos puesto más arriba fue refutada mediante un modélico y preciso experimento en el siglo XIX (que luego se ha repetido innumerables veces en laboratorios de todo el mundo).
Esto dio lugar a la teoría de la relatividad de Einstein, que explica por qué la velocidad de la luz es absoluta, por lo tanto es la misma para cualquier observador. Esta otra versión, también es falsable, lo que ocurre que en este caso, hasta hora, ha resistido todos los intentos de refutación. Por tanto, la mejor evidencia científica disponible hoy sobre el tema afirma el carácter absoluto de la velocidad de la luz. Pero esto es solo un ejemplo.
Lo importante es que, gracias al falsacionismo de Popper, adquirió categoría filosófica la idea de que verificar una proposición, incluso verificarla muchas veces, solo demuestra su verdad de modo provisional, en cambio, una observación en contra es suficiente para que una proposición quede refutada.
Proposiciones que siempre son verdaderas
Para acabar de entender el concepto de falsación, veamos ahora cómo sería una proposición que no se pudiera falsar de ninguna forma. Pongamos la proposición: «vivimos en una simulación de ordenador».
De acuerdo con el criterio de falsación, esta proposición no es científica (lo que no impide que sea verdadera) porque no hay ningún experimento ni observación de ningún tipo que, eventualmente, pudiera demostrar que esta proposición es falsa.
Por lo tanto, la expresión «vivimos en una simulación de ordenador» queda fuera de la ciencia, al no ser falsable, cosa que, insistimos, no demuestra nada acerca de su verdad o su falsedad.
El origen de este hallazgo de Popper tuvo como motivación por un lado, la necesidad de encontrar un elemento de demarcación entre lo que es una proposición científica de la que no lo es. Por otro, solucionar el llamado problema de la inducción.
De acuerdo con este último problema, el conocimiento científico basado en la experimentación y la observación, supuestamente estaba asentado sobre una base inadecuada debido a que la inducción no demuestra nada, desde un punto de vista lógico/filosófico. La deducción dispone de una base lógica, pero la inducción, que es utilizada por muchas ciencias, carece de esta base.
Popper dio la vuelta a la cuestión. Ya no se trata de que una proposición sea científica porque esté demostrada, sino que es científica: a) si se ha enunciado de modo de que exista al menos una forma en la que puede ser falsada, y b) ha resistido hasta el momento los intentos de falsación.
El mejor conocimiento científico disponible
Ahora corresponde unas observaciones sobre la provisionalidad de todo conocimiento científico. Cabe descartar la idea naif de que esta provisionalidad significa que las teorías científicas cambian radicalmente y a toda velocidad. Y que cambian siempre contradiciendo a la anterior teoría. Por el contrario, pese al principio de falsación, la continuidad forma parte de la ciencia, tanto como el cambio.
Por poner un ejemplo, la teoría de la relatividad, ha superado el siglo de existencia (fue presentada por Einstein en sendos artículos de 1905 y 1915) y no ha sido falsada, pese a haber sido sometida a miles de experimentos, entre otras cosas porque el científico que consiguiera falsarla tendría el premio Nobel.
Recordemos, ya que hemos vuelto a este ejemplo tan importante, que esta teoría modificó las teorías de Newton, pero sus leyes del movimiento y de la gravedad siguen siendo útiles no solo para la vida cotidiana, sino incluso para programar el lanzamiento de naves espaciales. Por tanto, fue un caso de formulación de una ley de alcance más general que incluye las de Newton como un caso particular y con menor alcance explicativo.
A su vez, también es útil recordar que Einstein se basó en una primera formulación de la teoría de la relatividad que era debida a Galileo Galilei, establecida ¡en el siglo XVII!
Como vemos, no es que los conocimientos bien establecidos tengan obligatoriamente una fecha de caducidad, y si la tienen no se parece a la de un yogur.
La posición pragmática en todo esto, es que las proposiciones o leyes consideradas provisionalmente verdaderas que han resistido numerosos intentos de refutación forman la mejor ciencia o la mejor evidencia disponible en cada momento.
A vueltas con la falsación
Es suficiente que un concepto tenga éxito para que aparezcan teorías rivales aunque solamente sea porque cuando hay muchas mentes dando vueltas a un mismo tema, es casi imposible que se pongan todas de acuerdo. Lo siento si esta afirmación parece frívola, pero es justo lo que sucede.
Por esta razón, solemos hablar de la «corriente principal». Por ejemplo, no esperamos que la totalidad de los científicos estén de acuerdo en el rol decisivo de la humanidad en la crisis climática. En su lugar, debemos conformarnos con que la corriente principal de los científicos involucrados si lo esté, de manera que haya esperanzas en la lucha contra la crisis climática.
De modo que no es sorprendente de que la teoría de la falsación también tenga quienes intentan falsarla, o quienes la aceptan pero solo en parte y ven necesario reformularla o hacerla más sofisticada.
Falsacionismo ingenuo
En concreto, algunos teóricos alegan, con razón, que el falsacionismo en su formulación original no sirve para describir el modo en el que trabajan de facto los científicos.
La idea según la cual, ante la aparición de cualquier contradicción, los científicos de apresuran a tirar por la ventana una teoría, se la conoce como falsación ingenua.
Efectivamente, cuando un experimento parece refutar una teoría, los científicos no corren a deshacerse de ella. De hecho, a veces, los científicos tienen el incentivo contrario, puesto que sus carreras y sus posiciones académicas muchas veces están comprometidas con el mantenimiento de una teoría.
Por lo tanto, antes de descartar una teoría que tal vez les ha procurado fama o simplemente el puesto que ocupan, se aseguran las veces que haga falta, de que el experimento no estuvo mal diseñado, lo que en realidad es una actitud totalmente racional.
Pero lo cierto es que los científicos también compiten entre sí, y aunque haya científicos que han conseguido su puesto gracias a una teoría, hay muchos más que están empezando y que están deseando derribar teorías bien establecidas, y cuanto más establecidas, mejor.
Así que, si queremos combinar propuestas teóricas con descripciones de facto, hay que considerarlo todo. De este modo, si bien sabemos que nadie corre a deshacerse de una teoría con un solo experimento que la refuta, también sabemos que ninguna teoría se mantiene mucho tiempo si las refutaciones se confirman.
En realidad, el falsacionismo no tiene por qué describir cómo funcionan los científicos en la vida real, igual que la teoría de los derechos humanos no pretende describir como se comportan de facto los gobiernos. El falsacionismo es una teoría sobre los criterios lógicos de demarcación de la ciencia, y no se ocupa de describir cómo se comportan los científicos en la realidad.
Imre Lakatos, otro gran filósofo de la ciencia, tomó la idea del falsacionismo de Popper, por un lado, y la idea de cómo avanza la ciencia de facto, e intentó fundir ambas cosas en una teoría general denominada programa de investigación.
De este modo, en la teoría de Lakatos, el falsacionismo tiene un lugar, si bien junto a otros mecanismos, denominados «protectores» que impiden que una teoría sea desestimada por una primera observación o experimento, puesto que tal experimento puede haber sido mal hecho.
Pero también incluye el mecanismo, comprobado repetidamente, de que ninguna teoría es capaz de superar la refutación si la misma es confirmada repetidamente.
Así que la idea esencial de la falsación, hay que saber ubicarla en el lugar que le corresponde, a saber, no como una descripción eficaz de cómo se comportan los científicos (igual que una teoría de los derechos humanos no es una descripción eficaz de como se comportan los gobiernos) sino exactamente como un importante criterio filosófico, que es mejor conocer si estás en el negocio de la ciencia.
De este modo, una proposición no se considera demostrada aunque haya sido verificada numerosas veces, en cambio puede quedar refutada a partir de una sola observación en contra.
Por último, una dimensión más de este interesante concepto es el siguiente: una proposición no es científica si no es posible diseñar ninguna observación o experimento capaz de desmentirla.
Así es como procedió, por ejemplo, Darwin cuando concibió su teoría del origen de las especies mediante evolución. No solo describió las abrumadoras pruebas a favor, con los instrumentos que tenía en su época (no se conocía el ADN) sino que imaginó la posible observación que podría refutarla: observar un mecanismo biológico, por ejemplo, el ojo o el vuelo, que fuera imposible que hubiera evolucionado mediante pequeños cambios graduales a partir de formas más primitivas.
A día de hoy ni se ha descubierto, ni se lo espera (y no será porque los científicos no la busquen con ahínco) ningún rasgo o mecanismo biológico que no pueda haber evolucionado por pequeños cambios graduales. Por eso, la teoría de la formación de las especies mediante evolución, pese a todas las correcciones, modificaciones, ampliaciones, etc., que ha experimentado desde su formulación original, sigue siendo la mejor evidencia disponible.
El falsacionismo tiene otros problemas. Dicho llanamente, no lo resuelve todo ni mucho menos. Un problema son las teorías bien fundadas pero para las cuales aún no se ha diseñado ningún experimento capaz de verificarlas o refutarlas. No es mi campo precisamente, pero entiendo que en Física hay algunas teorías así. Esas teorías estarían en un territorio intermedio. Tienen un buen soporte lógico, si se apoyan en el grueso del conocimiento científico aceptado, pero aún no ha podido diseñarse una toma de datos o un experimento que les haga entrar o salir de la ciencia según este criterio.
Falsación y teorías conspirativas
Después de todo esto, unos apuntes (aún más) personales. A pesar de los problemas que tiene, el falsacionismo puede ser útil para evaluar las teorías conspirativas. En concreto, a algunos nos resulta difícil aceptar las teorías conspirativas porque, literalmente, siempre son verdad. Esto es, son imposibles de falsar. No es que estén en un limbo. Es que siempre son verdad porque siempre se puede inventar un nivel de conspiración más alto.
Cuando nos exponen una teoría conspirativa y creemos que podemos desmentirla con algún hecho o razonamiento, los conspirativos no tienen porqué quedarse en ese nivel, se inventan un nuevo nivel de conspiración y así su teoría siempre es verdad.
Si la teoría conspirativa afirma que la Tierra es plana, pero vemos fotografías de la NASA de la Tierra desde el espacio, no hay ningún problema en extender la conspiración a la propia NASA e incluir la proposición de que tales fotografías han sido editadas con un software informático para que un objeto plano (la Tierra) parezca redondo.
Si alegamos que es difícil que la NASA, financiado con fondos públicos, escape a la supervisión del gobierno que la financia, nuestro conspirador dirá todo el gobierno de Estados Unidos forma parte de la conspiración. Incluso las Naciones Unidas, forman parte de la conspiración (literalmente, la teoría de la Tierra plana incluye a las Naciones Unidas en la conspiración).
Otro motivo por el cual al menos a algunos no nos gustan las teorías conspirativas es porque cierran automáticamente la posibilidad de cualquier debate. Si intentamos analizar este o aquél aspecto de la sociedad, y nuestro interlocutor pone encima de la mesa un argumento conspirativo, es imposible ir más allá, sea lo que sea de lo que hablemos, la discusión ha terminado. La única explicación es la conspiración, ¿para qué seguir discutiendo?
Algunas cuestiones más sobre política y conspiraciones
Hay que tener mucho, mucho miedo a las teorías conspirativas. En su forma más general, en política, las teorías conspirativas dicen que nuestros adversarios políticos, por alguna razón, en lugar de desear lo mejor para nuestra sociedad, como nosotros, buscan su destrucción. Para simplificar: la izquierda, piensa así de la derecha, y la derecha piensa así de la izquierda. Cada lado considera que busca lo mejor para su país, y que el bloque opuesto persigue su destrucción, y viceversa.
Actualmente las teorías conspirativas están contaminando la vida política de medio mundo. Ha contaminado la votación del brexit con informaciones y datos que después los partidarios del brexit reconocieron que eran falsos, las últimas elecciones en EEUU con el peligroso asalto al Capitolio, ponen en peligro las campañas de vacunación contra el Covid, la lucha por derechos civiles y contra la homofobia, y está entrando de lleno en la forma de pensar de muchos ciudadanos de Occidente, incluyendo nuestra querida Europa, a la hora de decidir su voto y sus movilizaciones.
La peligrosa idea general parecer ser la siguiente: no es que los partidos a los que nosotros no votamos, simplemente tengan otros valores. Sería demasiado sencillo. Por supuesto, nosotros votamos unos partidos, siguiendo nuestros valores. Pero damos por supuesto que los demás votantes no siguen sus valores, sino una agenda oculta.
Para establecer cosas elementales: es legítimo defender nuestros valores, de hecho para la salud de la democracia, es necesario que lo hagamos, pero lo mismo le debemos reconocer a nuestros adversarios ideológicos (nunca enemigos). Pensar que nuestros adversarios ideológicos tienen prioridades o valores que no compartimos, incluso que tienen ideas equivocadas debería ser suficiente para preferir y defender democráticamente nuestras opciones. Sin embargo, muchos necesitan creer que sus adversarios persiguen intereses criminales.
El caso extremo y de un dramatismo indescriptible es la alucinante teoría de QAnon que está teniendo tanto éxito en las filas de algunos seguidores del partido republicano y de la derecha alternativa en EEUU. Es un caso extremo, ciertamente. Se circunscribe a EEUU, ciertamente. ¿Pero podemos estar seguro de que no seguirá creciendo y se extenderé en esta o en otras formas por el resto del mundo si no dejamos de una vez por todas de lado nuestra querencia por las teoría conspirativas?
Para saber más
Para los interesados, por supuesto, lo ideal es leer la obra original de Popper (siempre hay que ir a las fuentes) en la que desarrolla sus ideas sobre filosofía de la ciencia y una de la que más fama le procuró: La lógica de la investigación científica.
Si además queremos tener una visión más completa, la obra de un autor ya citado como Lakatos, o la muy amplia de Mario Bunge, uno de los mejores filósofos contemporáneos de la ciencia (y uno de mis principales héroes intelectuales), siempre es recomendable.
Por supuesto, un punto de partida más a mano para quien no pretenda hacer una tesis doctoral sobre el tema también puede ser, ¿porqué no?, explorar algunas fuentes en Internet si tenemos la preocupación de verificar su autoridad. El artículo de la Wikipedia sobre Karl Popper, que desarrolla no solamente el principio de la falsación sino el de algunas de las teorías que lo contradicen, así como proporciona una primera bibliografía sobre el tema, puede ser una forma de empezar. Recordemos que una forma prudente de utilizar la wikipedia es como un punto de partida, sin necesidad de concederle la última palabra. Otros enlaces posibles:
- Falsacionismo
- Falsacionismo sofisticado: programa de investigación
- Problema de la demarcación
- Verificacionismo
Y sobre el otro aspecto, en otro artículo, he desarrollado de forma más articulada una teoría general contra las teorías conspirativas y catastrofistas.