
Aunque vamos a tratar temas relacionados con el plagio, debemos señalar que esta aportación no aporta nada a la discusión legal. Los autores trabajan en el ámbito de la comunicación científica, no del derecho. Lo que se presenta a discusión aquí, por tanto, afecta a la comunicación académica y en concreto a aspectos éticos.
Hasta donde sabemos, la legislación parece contemplar el plagio como una cuestión que afecta a rendimientos económicos (sustraídos). En cambio, en el mundo académico, el plagio es observado como un comportamiento que afecta a la integridad intelectual del que lo comete, aunque no haya sustracciones económicas en juego. Puede haber casos donde las dos cosas confluyan, pero no necesariamente.
En este trabajo hablaremos del mal llamado autoplagio, para lo cual no tenemos más remedio que empezar diciendo alguna cosa sobre el plagio. Después, hablaremos del software (mal llamado) antiplagio
¿Qué es el plagio?
Si nos enfocamos en el contexto de la comunicación académica, el plagio consiste en utilizar ideas o contenidos ajenos como si fueran propios. Aunque esta utilización no tenga implicaciones económicas ni sustraiga nada a nadie se considera plagio. Por poner dos ejemplos: es plagio si alguien utiliza contenido de la Wikipedia como si fuera propio (aunque ese contenido “no tenga dueño”), o si alguien presenta un trabajo como propio para obtener un grado académico aunque haya pagado a otro por redactarlo (o sea, en lugar de sustraer dinero, “ha dado” dinero al verdadero autor).
El COPE Council tiene una de las definiciones más directas sobre qué es plagio en el contexto académico:
“When somebody presents the work of others (data, words or theories) as if they were his/her own and without proper acknowledgment” (Fuente: COPE Council, s.f.).
También se trata de plagio tanto si obedece a un acto deliberado como a un error. La proporción de la obra copiada tampoco es significativa para calificar alguna cosa como plagio. En poca o en mucha proporción sigue siéndolo. Ciertamente, lo que cambia mucho es la gravedad del hecho, no es lo mismo una o dos frases literales no atribuidas, que páginas completas.
Esto es, aunque es cierto que la gravedad es relativa, la academia, por razones existenciales, no puede admitir plagio en ningún grado. Por eso, hay un consenso amplio en el compromiso antiplagio del mundo académico que se manifiesta en cosas como la obligación de atribuir las ideas ajenas, pero también cosas tan simples como la prohibición de copiar en los exámenes.
¿Autoplagio o texto reciclado?
Consideremos ahora el mal llamado autoplagio. Decimos “mal llamado” porque se trata de una contradicción en los términos. Un oxímoron. Si las ideas no son ajenas, sino propias, no puede haber autoplagio: alguien no se plagia a sí mismo, como alguien no se hace un desfalco a sí mismo.
Lo que tenemos en su lugar es lo que los especialistas el mundo anglosajón denominan text recycling. Es el término que prefiere también el COPE (Committee on Publication Ethics). La razón por la cual tanto el COPE como otros especialistas están interesados en separar el text recycling del plagio (en lugar de considerarlo como una variación de este) es sencilla: mientras que el plagio carece de excepciones para su aceptación, el text recycling puede ser aceptable tanto desde un punto de vista ético como legal. Lo podemos ver en las recomendaciones que BioMed Central preparó por encargo del COPE, y donde señalan lo siguiente al respecto (el destacado es nuestro):
«The guidelines cover how to deal with text recycling both in a submitted manuscript and a published articles an includes situations where text recycling may be acceptable as well those where it is unlikely to be». (Fuente: BioMed Central, s.f.)
Entonces es esencial separar ambas cosas, porque si permitimos que el contenido reciclado sea visto como una forma de plagio, estamos introduciendo la peligrosa idea de que hay casos en los que podemos tolerar el plagio. Por tanto, justo porque debemos estar todos comprometernos en la lucha contra el plagio, debemos sacar al contenido reciclado de esa categoría. En su lugar, necesitamos una teoría ética y pragmática a la vez que nos oriente en la decisión de cuándo y en qué circunstancias un contenido reciclado puede ser aceptable.
Para ello, vamos a presentar las aportaciones tanto del COPE en estos aspectos así como un proyecto de la Duke University financiado por la National Science Foundation completamente destinado a proponer una taxonomía de casos de text recycling para categorizar de la forma más clara posible qué casos pueden ser aceptables, tanto ética como legalmente, y cuáles claramente no lo son.
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Citación
Codina, Lluís; Cortiñas, Sergi (2022). “¿Autoplagio o texto reciclado? Algunas implicaciones
inesperadas de la digitalización de la ciencia”. Anuario ThinkEPI, v. 16, e16a16.
https://doi.org/10.3145/thinkepi.2022.e16a16
Enlaces útiles
Referencias citadas
- COPE Council (s.f.) Plagiarism.
https://publicationethics.org/category/keywords/plagiarism - BioMed Central (s.f.) Text recycling guidelines
https://publicationethics.org/files/Web_A29298_COPE_Text_Recycling.pdf - Moskovitz, C. (2021) «Standardizing terminology for text recyclingin research writing». Learned Publishing
https://doi-org/10.1002/leap.1372 - Weber-Wulff, Debora (2019). «Plagiarism detectors are a crutch, and a problem». Nature 567, 435
https://doi.org/10.1038/d41586-019-00893-5 - Text Recycling Research Project (s.f.) [sitio web].
https://textrecycling.org/