La búsqueda en la era Internet · 1 | Necesidades de información, documentos y contenidos

Documentos para satisfacer necesidades de información
El consumo de información satisface una necesidad humana y su necesidad es el disparador de la actividad de búsqueda. Fuente: Pixabay

Las necesidades de información, de acuerdo con la teoría, son son estados incompletos de conocimiento, percibidos como tales. Para solucionar esta clase de necesidades recurrimos a una actividad tan vital para los seres humanos como es la búsqueda, y si tiene éxito, puede conducirnos a obtener información registrada en algún soporte (documentos) con contenidos relevantes. Por el enfoque de este artículo, podemos decir que estos contendios, idealmente, son verificables.

En este trabajo, nos proponemos presentar cuatro proposiciones que nos ayuden a cohesionar las diversas actividades y facetas que componen la búsqueda de información, no sin recordar que, como siempre, el background que utilizamos son la Web y los contextos intensivos en contenidos, como los que  afectan al Periodismo y la Documentación. 

En nuestras proposiciones intentaremos justificar la oportunidad de conectar conceptos con diferentes grados de abstracción. Se trata de los siguientes:

  1. Información
  2. Necesidades de información
  3. Documentos
  4. Contenidos

A su vez, la motivación principal de lo anterior es disponer de bases adecuadas con las cuales poder entender y diferenciar otros tres conceptos que son claves en la búsqueda en la era de Internet, cosa que nos gusta vincular, como hemos señalado, con el ejercicio del mejor periodismo:

  1. Búsqueda de información
  2. Verificación de información
  3. Curación de contenidos

Como vemos, las dos listas anteriores nos proporcionan un total 7 conceptos. Nos ocuparemos ahora de  los cuatro primeros (por eso están destacados). En próximas entregas trataremos los demás. En la última, aportaremos algunas referencias bibliográficas en las que basamos una buena parte de lo que aquí iremos expondremos, aunque en esta ya incluimos referencias a los autores principales.

La naturaleza de la información

Información es, con diferencia, el término más abstracto de todos. Por ejemplo, existe una corriente de la Física, que podría estar representada por autores como Vedral y Susskind, que consideran que, de alguna manera, la naturaleza última de la realidad es la información. 

Por ese motivo, cualquier propuesta teórica que pueda incluir la posibilidad de la destrucción de la información, como ciertas teorías básicas de la física sobre los  agujeros negros, se consideran necesariamente erróneas, es decir, el equivalente a pretender dividir alguna magnitud por cero. 

No obstante, la solución que han desarrollado para solucionar la paradoja de la (¿aparente?) destrucción de la información es aún más extraña (al menos para algunos) y consiste en el llamado principio holográfico.

De acuerdo con esto, lo que nosotros consideramos realidad es una proyección en tres dimensiones de una información en dos dimensiones codificada en una frontera lejana del universo. Esto no niega cualidad de real a la realidad, simplemente sería otra cosa distinta a la que hemos creído hasta ahora. Por supuesto, no faltan otros físicos que nos explican que esto es solamente un modelo, una forma de interpretar las leyes del universo, y no una descripción que debamos tomar de forma literal.

Lo dejamos aquí, ya que solamente queremos ofrecer algunas pinceladas del profundo misterio que rodea al concepto de información cuando tratamos de desentrañar su naturaleza, algo que los físicos están muy acostumbrados, y si no, pregúntenles por el tiempo… y nos dirán que no existe, al menos como nosotros lo entendemos. En fin, hemos dicho que lo íbamos a dejar.

Representación artística de un agujero negro con disco de acreción. Según algunas teorías, en un agujero negro la información puede acabar siendo completamente destruida a través de su evaporación. Fuente NASA

La información como propiedad

Si descendemos unos cuantos peldaños en el grado de abstracción, la información también se puede entender como una propiedad en lugar de una cosa, tal como podemos entender que la energía es una propiedad de ciertos objetos. En tal caso, la información sería una propiedad de ciertos mensajes

¿En qué consistiría esta propiedad? En dar a conocer algún aspecto de la realidad. Los mensajes que contienen esta propiedad pueden ser bien de producción natural, como en el clásico ejemplo del humo que señala el fuego, o bien de creación artificial o humana. A nosotros nos interesan estos últimos.

De este modo, podríamos definir la información de una forma muy compacta:

Información: propiedad de un mensaje de dar a conocer algún aspecto de la realidad.

Esta definición procede de la idea analítico-intuitiva que nos lleva a decir de un folleto, que señala cuando y donde tendrá lugar un evento, que es informativo. La misma idea que nos lleva a decir con toda naturalidad que la función de los medios de comunicación es informar sobre el entorno (social, político, etc.) que afecta a los ciudadanos.  Visto desde el otro lado, es también la idea de que una noticia falsa desinforma (en lugar de informar).

Otra cuestión es que esta definición, en su aparente sencillez, implica tres ideas fuertes: primero que la información es una propiedad (no una cosa), como ya hemos señalado. Segundo: que se  requiere un mensaje para transportar información (aunque no debería pronunciarse sobre otras posibilidades). Tercero: «que una información falsa no es una información, por la misma razón que un pato de madera no es un pato» en las memorables palabras de Dretske, uno de nuestros autores de cabecera para estos temas.

Como sea, si  nos mantenemos en una aproximación lógica, debemos mencionar la profunda reflexión sobre la naturaleza y el flujo de la información debida a la obra de Pérez-Montoro.

No queremos decir que las dos obras anteriores justifiquen nuestra propuesta, no pretendemos endosarles esa responsabilidad, porque probablemente protestarían, entre otras razones porque sin duda tiene problemas, sino que son dos de los autores que nos parecen más relevantes si queremos abordar el concepto de información desde un punto de vista lógico/abstracto con muy buenas bases.

Por supuesto, muchos se acordarán de la teoría matemática de la información, debida a los trabajos de Shannon. Sucede que algunos estudiosos piensan que esta teoría recibió en su momento el nombre equivocado, y debería llamarse más bien teoría matemática de la transmisión de señales, o algo similar.

Se trata de una teoría que ha representado un antes y un después en la ciencia y en la industria de las telecomunicaciones, y más allá, porque algunas de sus nociones como la relación entre información y entropía es utilizada en otros campos, por tanto su importancia es imposible de exagerar, pero creemos que sus aportaciones, sin perjuicio de su importancia y relevancia, son paralelas al tipo de cuestiones que tratamos aquí.

La información como recurso

Un par de nociones complementarias que nos han ayudado mucho son las dos que mostraremos a continuación. Ambas se basan en considerar la información como un recurso, una idea muy presente en la cultura anglosajona, por cierto, de donde la hemos tomado. La primera consiste en considerarla el mejor de los recursos posibles, porque ayuda, precisamente, a reducir la necesidad de otros recursos, como tiempo y energía (o dinero).

La segunda se basa en la información como recurso imprescindible para dar soporte a la principal función vital a los seres vivos, a saber: seguir vivos. Sin duda, son dos aspectos de lo mismo, pero siempre nos ha parecido que vale la prensa considerarlos por separado. Aquí van:

La información como recurso – 1:

Para esta definición necesitamos recordar la idea de que un recurso es algo que nos permite alcanzar un objetivo. Entonces, un recurso fundamental sería aquél que nos permite reducir, a igualdad de condiciones, el uso de otros recursos. 

Ahora ya podemos presentar la primera versión de la información como recurso:

La información es un recurso fundamental porque, a igualdad de otras condiciones, permite alcanzar objetivos con menos recursos

Como vemos la definición precedentes es recursiva, y nos gusta que se así, porque acentúa el hecho que queremos destacar, a saber, que la información posiblemente sea, no ya un recurso fundamental, sino EL recurso fundamental.

Seguramente no requiere muchas aclaraciones, pero por si acaso, podemos considerar al menos un ejemplo: si disponemos de las instrucciones detalladas (una patente, por ejemplo) sobre cómo producir un determinado objeto, a igualdad de los demás factores, conseguiremos producirlo mejor, en menos tiempo, y con una mejor calidad final, que si procedemos, por ejemplo, por ensayo y error. Esto explica cosas como el espionaje industrial, o como la vigilancia competitiva en su dimensión menos agresiva.

Una de las facetas de la información: recurso fundamental que nos permite alcanzar un objetivo, por ejemplo, llegar a tiempo a una cita. Fuente: Pixabay

La información como recurso – 2:

La información permite la predicción del futuro

En realidad, es otra idea de la física, en este caso de la física clásica, según la cual, con la información adecuada sería posible predecir como evolucionará cualquier sistema en el futuro. La física moderna nos aclara que no es posible una predicción absoluta, de tipo determinista, debido a la naturaleza probabilista de los fundamentos de la realidad, sino a lo sumo, de tipo probabilístico, pero la idea esencial permanece, al menos a los efectos suficientes.

Pongamos un ejemplo: si sabemos que se acerca un huracán que afectará en las próximas horas la zona donde vivimos, esta información nos ayudará a mantenernos seguros, bien porque protegemos nuestra vivienda o bien porque procedemos a su evacuación (o ambas). 

En estos casos, estamos prediciendo el futuro en la siguiente forma: si hago P, dado que dispongo de la información Q, entonces sé que pasará X, en otro caso, pasará Z.

Ejemplo 1: si protejo mi vivienda (P), dado que se aproxima un huracán (Q), entonces aumento la probabilidad de que mi vivienda no sea afectada (X), en otro caso, puede quedar destruida (Z)

Ejemplo 2: si deposito el biberón en agua hirviendo durante al menos 3 minutos (P), quedará esterilizado  (Q) y podré utilizarlo con seguridad para alimentar a un bebé (X), en otro caso, pueden darse infecciones (Z).

A  los componentes, como hemos sugerido en los ejemplos, podemos añadirles grados de certeza, en la forma «pasará X con un N por ciento de probabilidades», etc., pero para simplificar lo hemos puesto de la forma anterior.

Armados con estas precisiones, podemos ofrecer ahora una versión más precisa de la definición anterior, aunque al precio de hacerla menos compacta:

La información permite predecir el futuro con grados de seguridad variable que pueden ir desde la certeza, en el mejor de los casos, hasta la reducción de la incertidumbre en algún grado en otros.

Un escenario en el que a veces perdemos de vista la capacidad de predecir el futuro que es capaz de aportar la información es el de la experticia. Un verdadero experto lo es porque, debido a la gran información acumulada por el mismo en su dominio de  conocimientos, tiene una enorme facilidad para señalar rutas de acción exitosas (esto es, para predecir el futuro con un grado de probabilidad no despreciable)

Esto explicaría, en parte, porqué las personas con mejor formación y experiencia suelen poder aspirar a: (1) empleos mejor remunerados, (2) empleos donde menos gente les dice qué hacer, porque que son ellos los que dicen lo que hay qué hacer a otros. A veces se pierde de vista también este segundo componente. Muchas veces preferimos un trabajo no tanto en función del salario (aunque no vamos a fingir que no es importante), sino en función de la capacidad (relativa) que nos aporta para determinar nuestro destino. 

Hay muchos ejemplos cotidianos, mucho más pedestres. pero no menos válidos, sobre la capacidad de predicción del futuro de la información, como el tiempo que ahorramos si sabemos la dirección y el horario de la entrevista de trabajo a la que estamos citados, pero con  los dos ejemplos anteriores hemos querido resaltar su aspecto para dar soporte a las funciones vitales de los seres vivos. En este sentido, la información sobre el entorno, la detección de depredadores, las posibilidades de la caza y recolección, etc., aportaría otra gama muy vívida de ejemplos.

La información como transformadora de estados de conocimiento

Veremos en el siguiente apartado que otra forma de entender la naturaleza de la información consiste en atender a su función transformadora en la estructura de nuestros estados de conocimiento.

Tendemos a pensar en nuestros conocimientos como una estructura en red, probablemente reflejada en la estructura de conexiones neuronales de nuestro cerebro. Fuente: Pixabay

La idea principal, debida a Nicholas Belkin consiste en que la estructura de nuestros conocimientos experimenta transformaciones precisamente como resultado de procesar información. Realmente, es algo que cualquier estudiante ha podido experimentar después de meses de trabajo intenso de estudio. Por supuesto, es algo que cualquiera puede experimentar, no hace falta ser estudiante, pero la anterior es una situación simplemente más habitual.

La cuestión es que no somos las mismas personas antes y después de tal experiencia. Lo que ha sucedido es que una o más de nuestras estructuras de conocimiento (estados mentales, al fin) no solamente se han completado, sino que se han reorganizado gracias a la información.

Como sea, esta idea está relacionada con la de necesidades de información, de la que nos ocupamos a continuación.

Necesidades de información

La búsqueda de información es una actividad profundamente humana,  porque es transversal a cualquiera de los niveles, por ejemplo, de la famosa pirámide Maslow (aunque este autor no la menciona, precisamente, entendemos debido a esa transversalidad). 

La búsqueda es una actividad que afecta también a animales no humanos. Buscan refugio y alimentos, en lugar de información, pero para ello utilizan señales con capacidad para transmitir información que les conduzca a sus objetivos. Fuente: Pixabay

Dado que una necesidad de información es, precisamente, el detonante de una actividad de búsqueda, entendemos que es necesario tratar esta idea antes de tratar la de la búsqueda (que dejaremos para la siguiente entrega).

Vamos por tanto, con la propuesta de definición de necesidad de información basada en Belkin:

Una necesidad de información es un estado anómalo de conocimiento.

Belkin se refería literalmente a los ASK  o anomalous state of knowledge, porque relaciona estados de conocimiento incompletos (que él llama anómalos) con el impulso para buscar información. En su propuesta original, lo que pretendía Belkin era mejorar los sistemas de recuperación de información dando un mayor papel a los usuarios mediante un sistema interactivos de búsqueda.

En la propuesta original no hay ningún paréntesis, cosa que hemos añadido nosotros. La razón es que parece extraño denominar anómalo a un estado de conocimiento que, por otro lado, es habitual. Al menos en algunos contextos de trabajo (sino en todos)  experimentamos necesidades de información constantemente.

Por supuesto, podemos aceptar el término anómalo como una simple convención, a saber, definimos como «normal» un conocimiento experimentado como suficiente (aunque tal cosa sea infrecuente) y «anómalo» como un conocimiento insuficiente o incompleto (aunque sea lo más frecuente).

Con esto, podemos presentar ahora nuestra propuesta de necesidad de información elaborada a partir de la de Belkin. Hemos eliminado la necesidad de usar el término «anómalo» (aunque la idea es la misma) y en cambio hemos añadido la idea de la consecución de objetivos:

Una necesidad de información es un estado de conocimiento que un sujeto experimenta como incompleto con relación a la consecución de determinados objetivos actuales o futuros.

Una vez establecido lo anterior, probablemente la mejor aportación, en nuestra modesta opinión, sobre las necesidades de información procede a su vez de la obra de Blair, quien estableció la distinción entre estas dos grandes clases de necesidades de información:

  • Necesidades de información concretas (NIC). Por ejemplo, número de habitantes de Barcelona según el censo más reciente; o nombre de la capital de Italia. La respuesta debería ser única, en otro caso, tenemos un problema. Por fortuna, abundan las fuentes donde podemos satisfacer de forma muy directa esta clase de necesidades de información. 

  • Necesidades de información orientadas a un problema (NIOP). Aquí, la casuística es muy amplia, pero siempre consiste en que necesitamos saber más sobre algo, o bien necesitamos ampliar nuestro conocimiento en un tema determinado. Con frecuencia, en esta clase de necesidades no hay una sola respuesta, es más, puede suceder que la consulta de las primeras fuentes de información, abran nuevas necesidades de información, etc. Por ejemplo, en un momento determinado, un periodista necesita aprender sobre paraísos fiscales, o sobre el movimiento antivacunas, o sobre temas de inmigración y trata de personas, o sobre subastas de arte, etc.

Lo más significativo de esta categorización de Blair es que las NIOP no solo justifican, sino que exigen la necesidad de los así llamados sistemas de información documental, entidades que van desde bibliotecas hasta archivos, pasando por bases de datos y cualquier otro sistema que admite como entradas documentos y necesidades de información y produce como salida personas informadas (Codina).

La razón es que la única clase de objetos que pueden satisfacer las NIOP son los documentos cognitivos (los llamamos así para diferenciarlos de los administrativos) que la humanidad ha ido produciendo dentro de actividades muy características relacionadas con la  cultura. Cada una de estas actividades son, como sabemos,  grandes productoras de información que, cuando queda registrada en alguna clase de soporte material, abre paso al siguiente concepto: los documentos.

Las monografías son uno de los documentos cognitivos más utilizados en la creación y difusión del conocimiento. Fuente: Pixabay

Documentos

Esta noción debería ser muy simple, pero lo cierto es que hemos tenido la mala suerte de leer algunos disparates sobre el mismo. Los malos ejemplos no los vamos a citar aquí, así que créanme o no, pero he visto muchas formas conceptualmente erróneas de referirse a este simple objeto que llamamos documento.

Posiblemente, la propuesta de definición de documento más compacta que podemos dar es la siguiente:

Un documento es una información registrada en un soporte material.

Por ejemplo, una conversación o una conferencia de un autor eminente puede transmitir mucha información,  pero esta conferencia no es un documento, a menos que se registre en algún soporte.

A su vez, el concepto de soporte material no limita el alcance a documentos formados por átomos (como libros impresos). Los documentos pueden estar formados por bits, por tanto pueden ser digitales y pueden consistir en cualquier morfología de la información, incluyendo texto, imágenes y vídeo, como los documentos que encontramos en la Web.

Como sabemos por otras definiciones, la información se puede entender como una propiedad de ciertos mensajes.  Por esta razón, una noción de documento equivalente (quizás menos inteligible, aunque más coherente) sería esta:

Un documento es un mensaje registrado en un soporte material

Igual que para la otra definición, podríamos decir que una conversación o una emisión radiofónica sin duda constituyen tipos de mensajes, posiblemente enormemente informativos, como cuando nos avisan de un peligro próximo de alteración grave del clima, pero no son documentos a menos que se registren en algún soporte o contenedor.

Documentos y memorias exosomáticas

Lo más significativo de la idea de que los documentos son informaciones registradas en soportes materiales, ya sean átomos o bits, es que se alinea con la idea de la necesidad de las diferentes sistemas de información documental, desde bibliotecas hasta archivos, etc., de forma similar a lo que sucedía con la noción anterior de necesidad de información de tipo NIOP.

Ningún cerebro humano puede contener ni tan solo una mínima fracción de los conocimientos que produce y que necesita la humanidad para su funcionamiento. De hecho, es imposible que un cerebro humano pueda almacenar los conocimientos que produce ni siquiera una especialidad de la ciencia. Esto sin contar con los problemas de fiabilidad de nuestra memoria más el pequeño detalle de que nuestra memoria desaparece con nosotros, etc.

Hace siglos que la humanidad desarrolló una clase de memorias exosomáticas, llamadas bibliotecas, para solucionar este problema. Con el tiempo, otras memorias exosomáticas, llamadas sistemas de información documental, se han añadido al ecosistema del conocimiento humano: centros de documentación, bases de datos, buscadores, etc. Y con ellos, apareció la necesidad de disponer de disciplinas para el estudio y diseño eficiente de tales sistemas.

Átomos vs bits

Una aclaración que podría ser necesaria es recordar que los bits, ciertamente, son entidades abstractas que representan cualquier cosa que puede adoptar dos estados, pero no existen bits sin un soporte material o energético, ya sea en forma de huecos y llanos en un disco óptico, en forma de ausencia o presencia de voltaje o incluso en forma de partículas microscópicas imantadas en un disco duro.

La cuestión es que, a diferencia de los átomos, los bits se transforman y se trasladan con facilidad, como nos recordó Negroponte en su obra Being digital, pero nunca podremos observar un bit inmaterial. Como hemos dicho antes, o bien deben estar registrados en algún soporte o bien necesitan alguna forma de energía muy tangible para trasladarse. Por tanto, digital no implica , como tantas veces se dice, algo inmaterial (salvo en sentido metafórico).

Contenidos

Ya hemos advertido que en esta entrada, los términos a definir estaban en posiciones muy alejadas entre sí en una escala imaginaria de abstracción-concreción.

El término que nos ocupa ahora ha tenido existencia muy antigua, seguramente, indesligable del nacimiento de la lengua, pero nosotros, por necesidades pragmáticas, lo vinculamos con la era Internet.

Los medios sociales son grandes generadores de contenidos. Fuente: Pixabay

Cuando pensamos en la Web desde el punto de vista de su utilización social viene a nosotros la noción de contenidos, porque son estos contenidos los que hacen que los ciudadanos utilicen la red, ya sea para crearlos, publicarlos, difundirlos o consumirlos.

De aquí, nuestra propuesta de definición de este último concepto:

Los contenidos son informaciones disponibles a través de alguna clase de sistema que actúa como contenedor y como tal facilita (o dificulta) su acceso y utilización.

En el contexto que nos afecta, los contenidos son una de las dos claves principales, junto con la comunicación interactiva, del enorme impacto que Internet tiene en la sociedad actual, en casi todo sus ámbitos.

Como vemos, incluyen la idea de un contenedor, que en teoría facilita su acceso y utilización, como en el caso de una página web con contenidos accesibles, a través del protocolo http, y mediante una URL y un navegador. Pero el contenedor adquiere toda su realidad cuando consideramos que eventualmente puede impedir su acceso, como en el caso de un sitio web que requiere un proceso previo de inicio de sesión (login).

Los contenidos presuponen no solamente la idea de un contenedor, sino también las figuras de un autor y de un destinatario, al menos en dos escenarios distintos:

  • En el primer escenario, el autor produce contenidos  como resultados de sus actividades, en forma de registro de las mismas, en cuyo caso el destinatario es el autor en otro momento del tiempo, o bien alguna clase de autoridad administrativa o  legal que puede requerirlos en algún momento. A esta clase de contenidos los denominamos administrativos.

  • En el segundo escenario, el autor produce unos contenidos porque tales contenidos constituyen un producto u oferta informativa susceptible de tener una demanda potencial por parte de sus destinatarios. Por ejemplo, el autor de un artículo científico, el de un manual universitario, o el equipo de periodistas que han producido un reportaje de investigación. A esta clase de contenidos los denominamos cognitivos.

En el caso de los contenido cognitivos, su dimensión estratégica consiste en que para conectarlos con sus destinatarios o público potencial, ha aparecido una disciplina académica, la Biblioteconomía-Documentación, o Ciencias de la Documentación (Library and Information Science) y un  sector de actividades económicas y sociales en forma de bibliotecas, archivos, centros de documentación, bases de datos documentales, etc.

En el caso de los contenidos publicados en sitios web, han generado una industria en forma de buscadores y de redes sociales, la cual a su vez, ha generado una industria auxiliar en forma de profesionales y herramientas del así denominado SEO (Search Engine Optimization).

Obviamente, los contenidos en el contexto que nos afecta, son contenidos informativos, es decir, ni más ni menos que, de nuevo, información. De este modo, contenido es un sinónimo (siempre en nuestro contexto) de información. Lo que diferencia a este término es que pone el énfasis o señala el hecho de que toda información debe estar registrada en algún tipo de soporte contenedor para poder ser reutilizable. En nuestro caso, esto significa: ser almacenada, representada, difundida, recuperada, etc.

La búsqueda de información permea casi cualquier tipo de actividad. Fuente: Pixabay

Cuatro proposiciones sobre la búsqueda de información.

Para poner a prueba la consistencia de las cuatro nociones presentadas debemos intentar unirlo todo, cosa que intentaremos con cuatro proposiciones que hemos procurado cohesionar entre sí, aunque inevitablemente resultarán poco compactas. De las tres primeras nos hemos ocupado hasta hora. La última, la desarrollaremos en una próxima entrega.

Aquí van:

I. Determinados mensajes presentan la propiedad de contener (1) información, aspecto que se manifiesta en su capacidad para dar a conocer algún aspecto de la realidad. De este modo, la información actúa como un recurso fundamental, al permitir la consecución de objetivos con menor uso de recursos (de otro tipo). La razón es que al conocer determinados aspectos de la realidad podemos ajustar nuestras acciones de forma óptima. De aquí, la reducción de recursos necesarios: si determinada información nos dice donde  hay una veta de un metal precioso, podremos extraerlo removiendo menos cantidades de tierra, con lo que ahorraremos tiempo y dinero. 

II. Al mismo tiempo, la información permite predecir el futuro con un rango de certeza suficiente para favorecer, en el nivel más básico, el desarrollo y la supervivencia de los seres vivos. En particular, a lo largo de su vida, los animales humanos experimentan (2) necesidades de información, bien para la reducción  de la incertidumbre sobre su entorno, bien para la consecución de fines. Estas necesidades de información abarcan una gama amplísima: desde dónde conseguir alimentación y refugio, a conocer las propiedades de determinados productos para curar enfermedades, pasando por cuestiones mundanas como los horarios de trenes. 

III. Para satisfacer tales necesidades, los seres humanos llevan a cabo actividades de búsqueda que, entre otros resultados, proporcionan informaciones registradas en (3) soportes o documentos, los cuales actúan como vectores de (4) contenidos. En la era Internet, tienen un especial protagonismo sistemas como los buscadores y las redes sociales, sin perjuicio de otros sistemas de información documental, como bibliotecas, archivos y bases de datos.

IV. Para determinados profesionales, tales como periodistas y documentalistas, la (5) búsqueda de información es entonces una actividad (aún más) esencial, para la cual debido a su necesidad de utilizar fuentes de información como buscadores y redes sociales necesitan recurrir a herramientas de (6) verificación, preferentemente bajo una estrategia general de (7) curación de contenidos que asegura, cohesiona y optimiza los resultados.

Hemos separado las proposiciones de la I a la III, respecto de la IV, porque de ésta nos ocuparemos en  la próxima entrega, una vez sentadas, hasta aquí, unas bases mínimas.

Claro que una forma compacta de las IV proposiciones anteriores podría ser esta:

Los seres humanos buscan información para alcanzar objetivos y reducir en lo posible la incertidumbre sobre el futuro

Con una proposición como la anterior podríamos preguntarnos: «¿para llegar aquí hacían falta tantas explicaciones?» La respuesta se la dejo a ustedes, pero para el posible interesado en saber la mía, me permito decir alguna cosa en el anexo

Mientras tanto, puede consultar trabajos anteriores relacionados:


Segunda parte de este trabajo: https://www.lluiscodina.com/busqueda-de-informacion-verificacion/


Anexos

1. Sobre las definiciones ultracompactas

Debo confesar que me fascinan las definiciones de este tipo, al mismo tiempo que reconozco que, cuanto más compactas, menos operativas. Es un dilema con el que no me cuesta convivir, porque creo que muchas veces asumir contradicciones es lo  mejor que podemos hacer.

Por ejemplo, siempre me fascinó esta definición de la Historia (con mayúsculas) de Marx: «la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases». Lo malo es que no sirve de mucho, aunque la consideremos clarificadora. Sin conocer otras muchísimas cosas sobre la Historia, no tenemos esperanza de hacer nada útil con ella.

Otra cosa que me fascina, es que cuanto más compacta es una proposición, más se presta a su trivialización, como en esta versión de la anterior: «la historia de la humanidad es un jefe diciendo a alguien lo que hay que hacer». Sin duda es cierta, pero si la primera nos deja con pocas posibilidades operativas, esta ya lo único que nos permite es una sonrisa. 

En el ámbito del cine, existe la posibilidad de hacer sinopsis ultracompactas que tiene una (mala) virtud parecida de poner en ridículo incluso obras maestras, sin que estas reducciones dejen de ser fascinantes. Por ejemplo, esta snopsis ultracompacta del 2001 de Kubrick  (una de mis películas fetiche que, a día de hoy, debo haber visto al menos 10 veces): «El ordenador de una nave espacial enloquece y mata a la tripulación».  La Guerra de las Galaxias: «Una rana que habla convence a un hijo para que mate a su padre». Más aquí.

La moraleja: las explicaciones ultracompactas son ingeniosas y masajean nuestro cerebro, pero no sirven para operar con la realidad ni para buscar soluciones. Definitivamente, nunca nos harán expertos en nada, aunque sin duda resultan (por alguna razón) fascinantes.

2. Sobre la búsqueda en animales no humanos

Un autor denominado Peter L. Pirolli, experto en ciencias cognitivas y de la computación, desarrolló hace algunos años una interesante teoría sobre la información denominada Information foraging, que estaba directamente inspirada en la forma en que buscan alimentos los animales no humanos siguiendo pistas y señales de su entorno.

En su momento, despertó el interés de reputados expertos como Nielsen, que no dudó en proclamarla como la teoría sobre la información más importante del momento y, de hecho, ha intentado aplicarla a sus propios trabajos.

Esta teoría nos gusta porque amplía la noción de la búsqueda más allá de los animales humanos, a través del mencionado uso de pistas y señales de la naturaleza que les proporcionan información sobre dónde encontrar fuentes de comida. No obstante, hemos de reconocer que no parece que haya tenido, a día de hoy, demasiado desarrollo posterior, al menos en nuestra áres, a despecho de las expectativas que levantó en su momento. Pero nunca se sabe.

3. Sobre la definición de información que se presenta aquí

Nuestra definición de información sin duda tiene problemas. Si definimos la información como la propiedad de ciertos mensajes, a saber la de aquellos que dan a conocer algún aspecto de la realidad, en seguida nos viene a la mente un montón aparente de contradicciones o de casos que quedan fuera. Por ejemplo, las noticias falsas, antes de saber o poder demostrar que son falsas, ¿son información? Un ensayo sobre el número de ángeles que cabe en la punta de un alfiler, ¿contiene información?. Un poema, ¿contiene información?, y ¿una novela o relato de ficción?

Oro problema es la relación entre información y mensaje. Realmente, ¿se requiere un mensaje para transportar información? ¿acaso no hay información en los movimientos de asteoride en el sistema solar, o de un electrón alrededor de un núcleo atómico? ¿Ampliamos la noción de información a las señales, como la radiación que emite cualquier cuerpo a una temperatura? ¿Qué hay de un nube oscura, no nos informa de la posibilidad de lluvia?

Ante estas cuestiones lo único que podemos decir es que si nos limitamos a los de mensajes de producción humana estamos hablando de un caso particular bien delimitado, lo que permite operar con cierta coheencia, y que no excluye una eventual teoría más amplia que sea capaz de meterlo todo en la misma formulación.

Es decir, si nos mantenemos en la idea de que los mensajes de producción humana poseen la propiedad de ser informativos si dan a conocer aspectos de la realidad, podemos tener al menos un punto de apoyo importante. Limitar el alcance de nuestro foco a la información en las sociedades humanas no es una cosa pequeña que digamos, aunque dejemos fuera, provisionalmente, otras posibilidades (sin negarlas).

Otras aparentes contradicciones se resuelven si separamos los problemas reales, pero meramente prácticos, a la hora de determinar que es verdadero y qué no lo es. No tenemos ningún problema en definir que es la verdad, algo que  filosofía ya ha resuelto hace tiempo (y algunos tribunales de justicia) pero sí en identificarla. Son cosas distintas. Por tanto, podemos tener definiciones que invoquen la idea de proposiciones verdaderas, sin necesidad de meternos en el terreno pragmático de cómo se identifica tal cosa. Los lógicos, hace tiempo que solucionaron el problema cuando definieron la verdad como correspondencia con los hechos (y los tribunales de justicia con la expresión «hechos probados»). En lógica, de una proposición, P, se dice que es verdadera si P. O sea, la proposición, «la Luna es un satélite de la Tierra» es verdadera si la Luna es un satélite de la Tierra.

Otra forma de resolver aparentes contradicciones consiste en utilizar palabras distintas para los mensajes que contienen señales, pero no información. Sería el caso de las noticias falsas. Pongamos una noticia que afirma que una determinada autoridad religiosa de influencia mundial ha expresado su apoyo al presidente de una nación, aunque tal expresión de apoyo nunca ha tenido lugar. Esa noticia, en cuanto mensaje, ¿posee la propiedad de ser informativo? Por supuesto que no. Podríamos hablar de mensaje falso en lugar de mensaje informativo. Otra cosa es que no es necesario que traslademos al habla cotidiana estas precisiones, porque hablar sería realmente una operación muy pesada. Creo que no pasa nada si alguien dice: «esta información es falsa», porque es evidente que lo que quería decir es: «los contenidos de este mensaje no se corresponden con los hechos». Drekste nos hace caer en la cuenta de este uso del lenguaje con su famosa frase: «un pato de madera no es un pato». 

Hace tiempo que creo haber aprendido de los físicos que no pasa nada si tienes una idea o una noción que resuelve algún aspecto importante, aunque haya situaciones reales o imaginarias (en el sentido de lógicamente imaginables) que parecen señalar que esa noción es incompleta o que necesitaría ajustarse. Hay que utilizar lo que mejor que se tiene en cada momento, sin dejar de seguir buscando para encontrar la aproximación teórica más completa, porque si no, nos quedamos parados y no solucionamos nada.

Otra cosa que me ha impresionado siempre de la historia de la física es su capacidad para asumir postulados que, al menos en principio, parecen contradecirse, siempre que al menos cada uno de ellos resuelva algunas cosas. A día de hoy, no parece que la física vaya a renunciar ni a la teoría de la relatividad ni a los postulados de la cuántica, aunque en algunos terrenos se contradicen (o no se ajustan bien, como en el los agujeros negros). Por eso, la falsación ingenua no funciona, aunque no deja ser influyente. Los cientírficos nunca dejarán de pelear para que esa contradicción se resuelva, pero no renuncian tampoco a nada. A lo mejor, algo así estamos obligados a hacer con nociones tan básicas como la de información. De momento. 

Sean felices.