El conocimiento en el siglo XXI

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Thomas Piketty, según se dice posible futuro premio Nobel de Economía, ha ofrecido en la UPF una conferencia con el mismo título que su celebérrima obra «Capital in the 21st Century» (aquí el pdf de su presentación).

Es de suponer que ha tratado los tema de su libro que, según los analistas consiste en una lectura de la evolución de la economía en las últimas décadas basada en una muy eficaz denuncia de las desigualdades provocadas por las diferente tasa de crecimiento a favor de las rentas del capital comparada con la tasa de crecimiento de la economía real o productiva.

Ni se me ocurre comentar aquí (ni ir más lejos) las características de su obra, y menos sin haber acabado (aún) de leer su «librito» (unas 600 páginas; de aquí la tardanza en su traducción al castellano). Lo que me gustaría traer aquí a colación es que está pendiente, a semejanza de la magna obra de Piketty, un estudio de lo que significa y de cómo ha evolucionado el conocimiento en el siglo XXI.

Se dice que somos la información que consumimos (los libros que leemos, p.e.), o que somos la información a la que nos exponemos (los programas de televisión a los atendemos, p.e). También la información que somos capaces de acceder usando sistemas de información que en teoría interpretan nuestras necesidades de información (buscadores como Google o Bing, o bases de datos académicas), siempre que seamos capaces de expresarlas de forma adecuada claro. Tenemos por delante este panorama en todo el planeta, pero en Europa y en España, en concreto además retos importantes.

Algunos que deberían preocuparnos si es que queremos establecer el estado de la cuestión del conocimiento en el siglo XXI, y siempre yendo de lo más general a lo más particular:

1. ¿Cómo afecta a nuestras capacidades cognitivas el nuevo ecosistema digital basado en la Web? Algunos autores ponen sobre la mesa problemas importantes en este sentido, como una tendencia a la superficialidad; o de dicho de otro modo como la imposibilidad de mantener la atención para, por ejemplo, leer un buen ensayo.

El autor que más insistentemente defiende esta tesis, a saber, que Internet nos está volviendo superficiales (o estúpidos, sin más) es Nicholas Carr. Algunos, como es mi caso, estamos en desacuerdo con Carr, pero sus tesis están bien fundadas, son profundas y merecen toda la atención.

2. ¿Cómo afecta a nuestra concepción del mundo que la mayor parte de las búsquedas se lleven a cabo con un solo buscador?  En muchos países de Europa la cuota de mercado de Google es superior al 90 por ciento. En España debe ser cercana al 99 por ciento. «Pensar» a través de un único algoritmo no estoy seguro de que sea muy saludable para nuestra dieta cognitiva.

Antes de que parezca que nos abonamos a teorías conspirativas (que no tienen cabida en ese sitio), hay que señalar que es una cuota de mercado que se debe tanto al fabulosos desempeño de Google, que es claramente cada vez mejor, y a la torpeza de su competencia, que parecen empeñados en hacerlo cada vez peor. Sin embargo, independientemente del reparto de culpas o de méritos, aquí se puede recordar la metáfora del monocultivo informacional.

El monocultivo no solo es peligroso para la economía de una nación, también lo es para la mente de las personas. Y ahora, vamos a dar un salto conceptual a problemas europeos y españoles:

3. En en caso de Europa, ¿cómo nos afecta el derecho al olvido? Datos para debate, en cuestión de pocos meses, Google ha debido atender por orden de las autoridades europeas, unas 150 mil peticiones de retiradas de enlaces.

Dato para el problema: se dice (sin posibilidades de contrastar) que la mayoría corresponde a personas acusadas o condenadas por delitos sexuales y a personas acusadas o condenadas por delitos de corrupción.

Segundo dato para el debate: los periodistas que ejercen en Europa no podrán investigar o contrastar datos de posibles políticos que han sido corruptos en el pasado, si tales personas han conseguido que Google retire los enlaces por orden de la Unión Europea. Siempre se puede ir a la fuente original de la información, si es que sabe, pero esto es mucho más difícil.

4. En el caso de España. Parece que la posible futura ley denominada «tasa Google», puede hacer que Google News cierre en España. Datos para el debate: Google News no publica anuncios. Si un medio no lo desea, no aparece en Google News. En fin, mucho para trabajar. A ver si vamos a por ello. En nuestro grupo, al menos nos los proponemos así.